martes, 26 de agosto de 2014

El software, los mares del sur y el siglo XXI



Han tenido que transcurrir siglos para que el término que definía a aquel que abordando lo que no era suyo, se apropiaba de lo ajeno, fuera nuevamente acuñado e identificado. No me refiero al ladrón, propiamente dicho, que más bien se ocupa de a hurtadillas hacerse con lo que no le pertenece, sino a la esencia del término que nos recuerda a los bucaneros que asaltando y reduciendo a sus víctimas se apropiaban de aquello que les reportaría pingües beneficios, daba igual un barco completo, que su botín. Hoy, el término `pirata` no nos avisa abordándonos con el ojo tapado o garfio en la mano izquierda y espada en la derecha, queda reservado a aquellos que con la inversión, el dinero y la inteligencia de otros se apropian de forma silenciosa, con verdades a medias o con mentiras directas, de los beneficios que puede aportar lo pirateado y sin darnos cuenta estamos dentro, cazados en un pis pas. Es muy fácil hacerlo… una canción, una peli… la vemos, la escuchamos y a otra cosa. Pero ¿Qué ocurre cuando se piratea la cadena de valor de un software? Una aplicación de software  ERP que nos reporta cada día la información contable y de gestión que necesitamos para tomar las decisiones de forma más acertada y por tanto, que nos conduce directamente a mejores o mayores beneficios, por no hablar de las incidencias en lo fiscal o tributario, no es cosa de broma. No es la última de Alejandro Sanz ni de Harrison Ford, como para encargarle el asunto de su gestión a cualquiera.
Cuando adquirimos una licencia de un software de gestión ERP lo hacemos con el otorgamiento del fabricante y ello nos confiere el derecho de uso de ese software. Sin embargo ningún software permanece inerte sino que está en continua evolución adaptándose a las nuevas necesidades tanto fiscales o tributarias como de mercado o técnicas para hacer crecer nuestra herramienta a la velocidad que las nuevas tecnologías lo hacen hoy día. Por eso los fabricantes dotan de actualizaciones y nuevas versiones sus productos software que de otro modo caducarían a la velocidad de un yogur en un frigorífico. Cuando a un producto software se le adosa una actualización, pasa a formar parte de un uno indivisible, ya que no puede segmentarse como productos software distintos y las licencias de uso quedan vinculadas. Dicho de otro modo: una actualización pirata adosada a un producto software legal, lo convierte en ilegal, por eso hemos de tener sumo cuidado cuando descargamos actualizaciones que pueden estar convirtiendo en garfio y ojo tapado toda nuestra inversión inicial. La cadena segura en el valor del software se compone de una versión origen fabricante, actualizaciones otorgadas por el fabricante en base habitualmente a un precio y factura que puede ir dentro o fuera de un contrato de mantenimiento suscrito mediante la cadena oficial de distribución del fabricante y un servicio de soporte homologado y respaldado por el fabricante.

Hoy el mercado, como los mares de hace siglos,  está lleno de piratas que siguen asaltando cualquier barco que se le suponga botín a bordo y que fuera de la cadena legal produce importantes beneficios para el del ojo tapado. Probablemente a usted le digan que la canción le va a sonar igual, que la película es la misma, que no notará nada, o aun peor, le digan que esa música es la realmente legal,  pero no es así porque puede no tener el respaldo del fabricante y estar completamente fuera de la cadena legal de valor. Usted debe asegurarse contactando con el fabricante de su producto software y solicitando la información acerca de sus distribuidores legales y homologados en su zona. Cuando jugamos a piratas con el mp3 el riesgo es  uno, pero cuando lo hacemos con aplicaciones que contienen todos nuestros datos, los de nuestra empresa, los de nuestros clientes, nuestra cuenta de explotación, nuestra gestión tributaria, nuestros componentes de fabricación y nuestro flujo de negocio, es otro cantar con letra y música completamente distinta. Por eso, algunas empresas que navegamos ya más de 30 años por los mares del software, creando cadenas de valor seguras, que se pueden contar, medir y pesar, no sabemos jugar al ratón y al gato porque esa carrera siempre acaba mal para uno de los dos y lo que no es bueno para todos, no es bueno para nadie.